sábado, 28 de abril de 2012

Enamorados de June Mansfield.

Henry Miller marcaba todos los pasajes de la obra de Proust que explicaban las mentiras de Albertina. En sus libros, Henry quería ajustarle las cuentas a su segunda esposa, quería vengarse de ella, desnudarla públicamente, entenderla, para poder justificar su amor y su sufrimiento. Pero al intentar describirla se encontraba frente a una negación de datos irreales. Nada que afirmar.

Al contrario de lo que ocurre con la Albertina de Proust -representación irreal de sus miedos y paranoyas- June Mansfield existió y afortunadamente para ella, el mundo no solo conoce la versión de Henry. También Anaïs Nin escribió sobre June. Incluso la propia June quiso contar su historia, quizás horrorizada con las "creaciones" de los dos escritores. Como un Jesucristo contemporáneo, de June solo nos queda lo que otros dijeron de ella: escasos datos fiables y unas pocas fotografías. El conjunto, al igual que Rimbaud lo es del hombre, resulta uno de los símbolos más poderosos del drama de la mujer contemporánea.



Todo lo que contaba eran mentiras. Así lo afirman dos personas que la amaron: Henry y Anaïs. Por lo tanto, poco se sabe cierto sobre su vida. Conoció a Miller mientras trabajaba como taxi dancer en Nueva York. Bailaron toda la noche y tuvieron sexo al aire libre en un parque. Después, Miller dejó a su esposa y a su primera hija y se casó con June, quién evitaba todas sus preguntas y le encerró en un laberinto de irrealidad y mentiras que le impulsó a convertirse en uno de los escritores más importantes del  siglo XX.

Es difícil imaginarse por las que pasó el escritor que ni siquiera llego a conocer los verdaderos orígenes de su esposa. Evitaba todas las preguntas y sus respuestas siempre eran diferentes. ¿Pero su amor por Henry era real o falso? June le animó a dejar el trabajo para que pudiera dedicarse a escribir y lo mantuvo, aunque claro, Henry nunca supo, tampoco, de donde salía el dinero.



Bueno, hasta aquí toda la historia está en los libros. Pero después de divorciarse de Henry, en 1932, la June mitológica y simbólica se separa de la June real y de carne y hueso. Se casó con un oficial del ejercito de EEUU, quizás ese hombre misterioso de quien le hablaba a Anaïs en París. Y unos años después la abandonó por una joven actriz. June acabó llevando una vida que rozaba la miseria trabajando como asistenta social.



En los años sesenta Henry y June volvieron a encontrase. Miller quedó conmocionado con su estado: enferma y pobre, poco quedaba de la poderosa mujer que dominó su vida durante tres años y la marcó determinantemente.

En 1965, Kenneth Dick, autor de una extraña biografía sobre Miller, entrevistó a June, que había sido detenida por la policía y se encontraba ingresada en el Pilgrim State Hospital. Tratada con electroshocks, según explica Dick: "le dejaron los huesos rotos, con una pierna permanente acortada y los músculos del corazón y de la espalda distorsionados". La obligaron a firmar una exculpación y luego la pusieron en libertad. Estaba casi irreconocible, "con una ligera joroba, las manos nudosas y la tez pálida".

Poco se sabe sobre el final de su vida. En su viaje a París en 1932, para ver a Henry, le lloraba a Anaïs lamentando que el escritor nunca llegó a entenderla y que el mundo solo la conocería por la grotesca visión de quien fue su marido y que se explica en libros como Crazycooks, Trópico de Cáncer, o la trilogía Sexus, Nexus, Plexus.










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